La caja de zapatos

Cosas que me flipan, gente que admiro y mierdas que escribo.

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Notas de… Azucre, de Bibiana Candia

Ay, qué novela más dura y bonita al mismo tiempo.

Cada paso que da lo aleja más de su casa y de lo que fue suyo, de repente todo parece rotundo como un final. Cada huella es una piedra más en una especie de muro invisible que lo va aislando de todo, incluso de lo que aún puede ver, porque para marcharse no basta con poner distancia: hay que obligar a la mente a irse también.

Notas de… Tierra, de Eloy Moreno

Sólo he doblado tres esquinas de todo el libro pero una de ellas es buena, así que la comparto.

Pero si había algo aún peor que a rutina era, sin duda, la ausencia de posibilidades, Uno puede acostumbrarse a repetir una y otra vez las mismas acciones, a que cada día sea igual que ayer e igual que mañana [..], pero las personas necesitan las posibilidades. Aunque no las usen […] deben saber que existe la posibilidad de salir de la jaula.

Nota KEEP | 15 de marzo

El señor entra al vagón, como perdido y cansado de la vida, y se sienta frente a mí. En toda esa ladera de nieve que es su barba, me fijo en la mancha amarillenta que rodea su boca: un círculo ocre casi perfecto, el peaje de años llevando nicotina a sus pulmones.  Su vestimenta me llama la atención, y me lleva directamente a sus manos. Parece un hombre que ha vivido mucho, y dentro de ese mucho demasiadas desgracias. Y algún que otro amor no correspondido.

Circles

Llevo una temporada siendo consciente de que estoy serena, tranquila conmigo misma y en paz. Qué bueno es ver que creces, incluso ya pasados los 36. Dadle al play y haced algo que os guste.

 

J&M: Haced cosas

Comienzo la primera de vuestras cartas con un deseo que, en realidad, es más una orden para cuando ya no esté aquí: haced cosas. Apuntaos a todos los planes que propongan vuestros amigos aunque os dé pereza. Si no surgen y queréis vivirlos, proponedlos vosotras. Y si nadie se apunta, no temáis: hacedlos por vuestra cuenta.

No os quedéis sin viajar, sin probar, sin jugar, sin aprender porque nadie os quiera acompañar. Sois fuertes, sois capaces y vais a descubrir que Leer más

Estar

Siempre he pensado que contar lo que una ha soñado a otra persona es irrelevante para quien lo escucha y un sinsentido, ya que no tiene mayor trascendencia para el receptor. Pero me encanta hacerlo. Y esta vez ha sido tan bonito. Tan real.

No recuerdo de qué hablábamos, ni siquiera si Leer más

Vómito

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Casi dos años sin abrir esta caja. Gracias a lo protegida que estaba no ha entrado polvo y todo sigue exactamente en el mismo lugar que lo dejé, en octubre de 2018.

Ahora toca empezar a seleccionar recuerdos, detalles y aprendizajes de los últimos meses para Leer más

Malditos borradores

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109 entradas publicadas. 51 borradores. Malditas letras inseguras, me vais a terminar matando. Y entonces, cuando muera, veréis la luz.

Esa lástima reconfortante

Qué lástima cuando, de repente, caes en la cuenta de que alguien que ha sido vital en tu día a día durante meses o años te da exactamente igual. Hubo algo que te hizo abandonar a esa persona de golpe o poquito a poco, a voluntad u obligatoriamente, eso no importa.

Se portó mal. Pensó feo. Trató de menos a la gente. Desapareció el interés. Demasiada tontería.

Básicamente, dejó de gustarte.

Y ahora la sensación es como  cuando vuelves de pasar unas horas frente a la chimenea: el olor que se queda impregnado en la ropa no hace justicia a lo reconfortante que ha sido pasar la noche delante de las llamas, pero es lo que hueles en este momento y no te gusta.

Lucas

Necesitaba beber. La semana había sido especialmente estresante en el trabajo: Marina apretándome las tuercas más de lo necesario, el inseguro de Joel preguntando más de lo habitual y Gerard… Gerard mandando y puteando como sólo los jefes con mucha gomina, ropa cara y muy pocas horas al día en el tajo saben hacer.

Quedé con Martín a las ocho en el bar chino de su barrio, como solía ser habitual. Veinte minutos antes ya estaba en la mesa esquinera junto al ventanal, dispuesto a beberme el jueves a la salud de Marina, de Joel y del gilipollas de Gerard. Y de Patricia, que en el fondo era por quien bebía.

Apuraba la tercera cerveza cuando Martín entró al bar.

– Joder, ¿mala semana o qué? – dijo a modo de saludo mirando a las dos jarras vacías de cerveza que había sobre la mesa.

– Mala vida.

– ¿Pido otra y me cuentas el drama?

– Por favor.

Hay gente que va al psicólogo, a risoterapia, a yoga o al gimnasio para soltar la mierda acumulada. Lo respeto, pero yo bebo cerveza y le cuento mi vida a Martín, sin florituras ni adornos, vomitando verdades Leer más

Vicio satelital

Desde pequeña me fascinan los mapas. Cada vez que viajo a una ciudad (o incluso a lugares en los que ya he estado), disfruto conociendo sus planos, haciéndome a la idea de la proporción de los espacios, las zonas y la geografía. Me gusta tener esa visión en picado de tanta superficie terrestre, esas primeras pinceladas de información con las que sentirte un poco familiarizada en un entorno completamente desconocido.

Confieso además que me encanta pasar algunos de los ratos muertos que tengo dando una vuelta por Google Maps en versión satélite. Y me lo callaría, de no ser por las auténticas bellezas que me encuentro por este nuestro globo terráqueo. Puro arte, mirad: Leer más

Feel yourself

Some people get embarrassed dancing, I don’t, I think it’s when I feel most myself.

I get embarrassed talking. Well… after talking, when I realize I’ve said something stupid.

The end of the f****** world

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El sonido elegante de ‘la movida’ que no viví

A mediados de este año descubrí al grupo madrileño Sierra, que en 2014 sacó  Tiene Mucha Fuerza y cuya canción “Golpes” me obsesionó de una manera brutal. Escuchad a ver.
Me alucinó. Las letras son bastante intensas, pero se acercan a un entorno más… ¿callejero? gracias a la combinación de ritmillos animados y felices, bastante pop (ay madre, me voy a meter yo a hablar de estilos #sintenerniputaidea, yeah) con la voz de Hugo Sierra. Esa voz que, directamente, me transportó a la movida madrileña pomposa, elegante, exclusiva, que no viví. “Canta fatal”, me dijo un amigo. Ya, vale. Pero llega. Fin de la conversación.

A finales de este 2017 el grupo ha vuelto con A Ninguna Parte, un compendio de 11 temas en los que hay espacio para llorar, para patalear, para rendirse y para sacar una sonrisa de orgullo.

Ojito pestaña con el magnífico “Me destrozaré”. Himno de este invierno YA.
Y la historia de nuestra maldita vida retratada en “Amiga Extraña”. Bailemos.

Te pido luz y me contestas con el sol, te pido tiempo y te paras. Te llamaré antes, eres una amiga extraña.

Vertical

– ¿Nos sentamos un rato?– dijo Arturo señalando a uno de los bancos del parque. La madera estaba envejecida por el paso del tiempo y se veían claramente las marcas de amor, frustración y hastío que los quinceañeros le habían tatuado con sus llaves.

– Sí, por favor. Estoy agotada. ¿Cuánto hemos podido pasear? – buscó a Periko a su alrededor, pero el pastor alemán seguía correteando por la campa central del parque, libre – Y este ni enterarse: envidio su vitalidad. ¿Será porque tiene cuatro patas?

Arturo la miró y se limitó a negar con la cabeza. Decidió callar,  agobiado sólo con la idea de tener que explicarle a Marga que tener cuatro patas poco tiene que ver con la resistencia física de un can. Y también porque estaba fatigado, y no quería que Marga lo notara. Desde que empezó a recibir el tratamiento se sentía más débil, sobre todo cuando realizaba algo de ejercicio. Desde hacía unas semanas, cuando salía a caminar y lo hacía a ritmo ligero, notaba que la falta de aliento se mezclaba con un sabor a hierro en la boca que le resultaba tremendamente desagradable y que era el preludio de una vomitona algo escandalosa si no paraba y descansaba de inmediato.

Se dejó caer en el banco. Frente a ellos, las torres construidas en los años 70 para dar cobijo a los inmigrantes venidos del campo en busca de un puesto en la incipiente industria cántabra sobresalían detrás del parque. Dos, cuatro, seis, ocho…, ¡catorce!. ¿Y la siguiente? Dos, cuatro, seis, ocho… doce! ¿Y la siguiente?… y así se pasó diez minutos, contando los pisos de las 8 torres conocidas en el barrio como las colmenas.  En su día le pareció una barbaridad la idea de pintar cada una de ellas de un color “para diferenciarlas y modernizarlas”, según justificación consistorial, pero en ese momento todo le pareció bien.

– ¿Cuánta gente vivirá en esas torres?– le preguntó a Marga, que miraba distraída el móvil.

– ¿Qué? ¿Gente, qué?– Arturo le repitió la pregunta– Pues no sé… ¿1.000? ¿1.500? Soy horrible para los números. Ya sabes que soy de artes plásticas – se excusó con una sonrisa. –¿Por qué lo preguntas?–. Arturo aspiró de manera exagerada.

– Por nada.

–¿Por qué?

– Eres muy pesada, ¿eh?: por nada. Sólo que me parece curioso ver de un vistazo el hogar de miles de personas. – Marga calló, a la espera de una nueva “reflexión a cámara lenta” de Arturo. A lo largo de sus años de amistad, había aprendido que el veterinario era de explicarse poco a poco, de rondar muchas palabras hasta llegar al cogollo de la cuestión y, sobre todo, de necesitar silencio para poder seguir hablando. Arturo seguía mirando al frente, a las 8 torres. – ¿Cuántos de los que viven allí crees que tendrán cáncer?.

Marga intentó calcularlo sin éxito alguno. Definitivamente, los números no eran lo suyo. Lo suyo era intentar hacer que los días de Arturo fueran algo más agradables.

– Más de uno y más de dos, seguro. Sois una plaga, ¡estáis por todas partes!.  Pero ya sabes que siempre serás mi enfermo preferido, no quiero que te pongas celoso ahora y me sueltes chorradas de hombre posesivo, ¿en?, como que no puedo juntarme con otros enfermos o que no mire a Chema cuando te acompaño a quimio…

Arturo no pudo contener la risotada. Desde que le diagnosticaron coincidía con Chema, un hombre de su quinta con el que fue al colegio, y a sus 42 seguía siendo igual de estúpido que entonces, pero igual de atractivo para las mujeres.

– Dios, con Chema no, Marga.

– ¡Ya veremos, que una no alimenta su deseo del aire, querido! – contestó jocosa mientras se levantaba de un saltó del banco – ¡y tira, que hace un frío que pela!.

Marga lanzó un grito a Periko para que acudiera a su encuentro y ayudó a Arturo a incorporarse. Dejaron el banco en la penumbra que caracteriza las frías tardes de invierno y salieron del parque agarrados del brazo, con la inexplicable sensación de ser afortunados, a pesar de todo.

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Rotoscope

Qué envidia de delicadeza, de verdad.

Oye que…

–Llevo 42 años pensando que lo que vivía no era importante porque era como… como provisional. Como si estuviera esperando destino. Yo creía que iba hacia una vida maravillosa, y mientras estaba en la cola esperando pues… trabajaba y estudiaba como un negro porque tenía que ser así, porque más adelante iba a llegar mi vida. Mi verdadera vida. ¿Y sabes qué pasa? Pues que ya ha llegado.

– Y va, y no te gusta.

– Y va, y no te gusta.

¿Qué me espera? […] total, tú y yo solos, vegetando todos los fines de semana en esa mierda de chalé. Todos los puentes, todas las vacaciones de Semana Santa.[…] Y un día te mueres, y se te queda esa carita de gilipollas… y en el último momento te dices “vamos…vamos…vamos”, porque es que te han llevado al huerto toda la vida. Y nunca has hecho lo que tú querías.

Alfredo Landa en Las verdes praderas (Jose Luis Garci)

Sunrise

Salió del baño tan rápido que chocó bruscamente contra el lavabo. Pese a que había recibido el dolor equivalente a un golpe de dedo meñique de pie contra la esquina de una puerta, no pronunció sonido alguno. Sólo reflejó el tormento en su rostro.

Una chica dejó de prepararse una raya para preguntarle si estaba bien.

– Sí, sí. Gracias.

– ¿Quieres?– le contestó, señalando las montañitas de coca.

– No, gracias. No soy de… – No había terminado la frase y la chica ya estaba esnifando.

Salió del baño y fue directa a la barra, donde le esperaba su amiga hablando con un chico con el que, 99,9%, no iba a terminar la noche. Pero éso el chico no lo sabía o no le importaba. El ligoteo nocturno, qué ciencia.

– Yo me voy ya. Estoy cansada y el ambiente empieza a ponerse turbio por aquí.

– Sí, vámonos. Bueno –dijo su amiga girándose hacia el chico y rebuscando su abrigo – nos vamos. Ya nos vemos por aquí, ¿vale? ¡Adiós! –y, sin darle tiempo a reaccionar, fueron directas a la salida.

La puerta parecía estar atascada. Por mucho que tiraban, era imposible desbloquearla.

– Hay que empujar con ganas– dijo un chico desde atrás.

Los tres, a una, volcaron todas sus fuerzas en abrir aquella pesada puerta y, tras un golpe maestro, la luz intensa de los primeros rayos de luz del amanecer les dio los buenos días a los tres.

Nooooooooo.

Y con la llegada del sol, se desvanecieron las fórmulas, el encanto y los misterios de la noche.

Frío

Eres del tipo de personas con las que el plato se queda frío.

Magia

Es màgic es meravellós
Que ens menteixin així
Jo no vull pas la veritat, vull ser feliç.

 

Hoy es un almanaque textual-musical. No todo va a ser hablar de nuestro libro, ¿no? ;)

Hagamos del frío algo bonito

Ian Barnard, calígrafo.

Nada de tintas, grosores de papel, marcas de pinceles, euros euros euros, aplicaciones ultramegamodernas de lettering… me encanta cuando bajan al barro y demuestran lo cracks que son en un soporte accesible a todos.

Ice Ice Baby. ❄️ #calligraphy #handlettering #typography

A video posted by Ian Barnard ?? (@ianbarnard) on

Bebidas calientes

Y como no pudo abrazarlo calentó la leche en el microondas, cenó un Cola-Cao y se echó a dormir.